Colapso de la cadena de suministro provoca impactos a lo largo y ancho del mundo

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La pandemia ha convulsionado las cadenas de suministro mundiales a tal escala que pocas industrias, clases socioeconómicas o regiones son inmunes. La mayoría de los especialistas señalan que habrá que esperar al menos otros seis meses antes de volver a la normalidad. El estancamiento de commodities ha provocado escasez y retrasos que crean aún más trastornos en las fases posteriores de fabricación, obligando a los centros manufactureros a ralentizar la producción de productos acabados. Cuando los productos están listos para ser enviados, es difícil transportarlos sin problemas o conseguir transporte a bajo costo a través de las fronteras y de los océanos.

Para los consumidores, en tanto, la agitación ha puesto de manifiesto las enormes distancias que recorren los productos para llegar a sus puertas. Para las empresas que han pasado décadas construyendo redes de producción a nivel mundial, el debate se intensifica: acercar la fabricación a los consumidores (nearshoring) o ver cómo los competidores menos extendidos en su cadena de suministro logran prosperar aún más en este entorno.

“En realidad, nos hemos beneficiado de este ciclo reciente porque somos un fabricante próximo que no tiene cadenas de suministro muy largas”, dijo Richard Tobin, presidente de Dover Corp., un fabricante de equipos y componentes industriales basado en Downers Grove, Illinois, “Lo que ha sucedido en los últimos seis meses probablemente esté convirtiendo la deslocalización en algo real”.

Pero acortar las cadenas de suministro lleva años y grandes inversiones. Minimizar las amenazas, como los brotes de enfermedades o las catástrofes naturales, es el camino más probable que eliminarlas. “La reducción del riesgo es el nombre del juego en este momento, pero tampoco es tan fácil”, asegura Florian Neuhaus, socio de McKinsey.

Debido a que las líneas de suministro de la economía mundial no logran seguir el ritmo, se comienzan a percibir una amplitud de efectos de la crisis, algunas de ellas son las siguientes:

Escasez de oferta en el retail, como artículos deportivos y para el hogar. Como es el caso de Ikea en EE.UU.
Las compras por Internet han supuesto una enorme presión sobre los suministros durante las cuarentenas resultantes de la propagación de la variante Delta de Covid-19, que en el caso de Australia ha repercutido en artículos agotados más de lo normal y que los tiempos de espera para las entregas a domicilio sean más largos, incluso en pedidos rutinarios, y en los propios países del sudeste asiático como Singapur.

El retail mundial observa como las tarifas de los contenedores se han quintuplicado debido a las interrupciones que la pandemia está causando en los puertos de todo el mundo. Además, el espacio en los contenedores ha sido difícil de conseguir y las importaciones se retrasan en puntos de origen, debido a la escasez de capacidad y en los puntos de recepción, debido a la lentitud de la distribución. En Sudáfrica se han detectado atrasos en entregas de hasta seis semanas.

La falta de materias primas ha obligado el recorte y la ralentización de la producción en diversos sectores. Así es el caso de la planta de suministros médicos Össur, en México, que ha visto reducir su capacidad de fabricación a un 85%.


La crítica situación Los Ángeles y Long Beach

Los puertos hermanos situados al sur de California, en EE.UU., se han convertido en el ejemplo del colapso que se vive en la cadena de suministro a lo largo y ancho del mundo. Líneas navieras, trabajadores portuarios, camioneros, operadores de centros de almacenamiento, ferrocarriles y minoristas- se culpan unos a otros de los desequilibrios y, al mismo tiempo, todos luchan contra la escasez de trabajadores.

Los principales puertos de Asia y Europa llevan años operando las 24 horas del día, los siete días de la semana, mientras que los puertos de Los Ángeles y Long Beach (LA-LB), el complejo portuario más activo de Estados Unidos, cierran sus puertas durante horas la mayoría de los días y permanece cerrado los domingos, pese a los crecientes retrasos en los envíos y las cargas atrasadas.

Ambos se gestionan por separado y operan 13 terminales de contenedores privadas. La semana pasada LB anunció que intentarían operar 24 horas al día de lunes a jueves. Gene Seroka, director ejecutivo del puerto de Los Ángeles, dijo que en su puerto esperarán a que los camioneros y operadores de centros de almacenamiento amplíen sus horarios.

Frank Ponce De Leon, miembro del comité costero del ILWU, señaló que “la congestión no se solucionará hasta que todo el mundo dé un paso al frente y haga su parte (…) los operadores de las terminales han estado infrautilizando su opción de contratarnos para el tercer turno (de madrugada) “, dijo.

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