Desde el pasado 1 de enero, España es el único país de la Unión Europea que tiene en vigor un impuesto a los envases de plástico no reutilizables, tal y como preveía la Ley de Residuos aprobada el pasado 8 de abril. Otros países, como Italia, también plantearon su puesta en marcha años atrás y han ido aplazando su imposición hasta, como mínimo, el 2024, para evitar nuevos sobrecostes a las empresas en un contexto de inflación sin precedentes en más de tres décadas.
AECOC y otras asociaciones representantes de sectores como el textil, perfumería y cosmética, bricolaje, bebidas, restauración o productos electrónicos, explicamos reiteradamente el gran impacto económico, los sobrecostes y la pérdida de competitividad que el impuesto generaría a las empresas, especialmente a las pymes.
En concreto, FIAB cifra en 690 millones de euros los sobrecostes que generará el impuesto en las empresas, tanto por la liquidación de la tasa como por las adaptaciones y trámites administrativos que son necesarios para su cumplimiento. Por otra parte, el hecho de ser el único país de la Unión Europea con un impuesto al plástico supone un déficit competitivo para nuestras empresas, que desde el pasado 1 de enero compiten en situación de desigualdad respecto a las compañías del resto del continente.
Los argumentos son de peso suficiente como para generar una petición transectorial que, finalmente, no fue atendida. Y es necesario remarcar que los motivos para reclamar el aplazamiento del impuesto al plástico fueron estos. Las empresas de los principales sectores de consumo están firmemente comprometidas con la reducción de los plásticos de un solo uso. De hecho, las compañías españolas van por delante de la legislación para la gestión del plástico: según los datos de Eurostat, España se sitúa entre los países con mejores ratios de reciclaje de envases de plástico (51,4%), por delante de naciones como Alemania, Francia o Italia y del conjunto de la media europea (37,7%).
«Ser el único país de la Unión Europea con un impuesto al plástico supone un déficit competitivo para nuestras empresas»
Medidas como el rediseño, la reducción de peso de los envases o la reutilización son comunes entre las estrategias de las empresas españolas para tratar de minimizar la presencia del plástico en envases y embalajes.
Si se insistió en el aplazamiento de la puesta en marcha del impuesto al plástico es porque llega en el peor momento posible y no supone una mejora en los objetivos en sostenibilidad. Tan solo introduce una medida recaudatoria.
Además de la entrada en vigor del impuesto al plástico, las compañías se enfrentan a otros retos en el ámbito de la sostenibilidad y la economía circular. Durante el último Consejo de Ministros de 2022 también se aprobó el esperado Real Decreto de Envases y Residuos de Envases, con medidas como la obligación de los establecimientos minoristas de vender a granel las frutas y verduras frescas cuando no estén envasadas en lotes de 1,5 kilogramos o más. A pesar de que la norma pretende reducir el uso de envases, puede acabar conllevando que los consumidores reduzcan su compra de frescos y opten por formatos más convenientes. Y, cómo no, pone en riesgo la prevención del desperdicio alimentario, ya que el envase incrementa la durabilidad de los alimentos.
Las empresas del gran consumo y, en concreto, los socios de AECOC son abanderados en la lucha contra el cambio climático. Según nuestro ‘Informe anual de sostenibilidad’, el 100% de las compañías realiza acciones para mejorar la circularidad de sus envases y embalajes y el 75% cuenta con estrategias para descarbonizar sus procesos, por lo que muchas compañías ya van por delante de los ambiciosos objetivos que marca Europa.